Anoche estuvimos con unos amigos y hermanos en la fe compartiendo unas ricas pizzas. Inevitablemente surgió el nombre de nuestra hijita: Jemima...
Y nuevamente su testimonio de vida conmovió nuestro corazón hasta las lágrimas, pero no lágrimas de desconsuelo, sino de recordarla y saber que ella está en los brazos de nuestro Amado y querido Dios.
Dios quiera que muchas Jemimas encuentren un hogar formado por un papá y una mamá, que les brinden amor, educación, protección, alimento, y sobre todo, que le entreguen el testimonio del Evangelio vivo de Jesucristo.
Extrañamos a Jemi... no sabemos cuánto falta para encontrarnos con ella, mientras tanto... "Señor ayúdame a contar los días de tal manera que traiga al corazón sabiduría..."
EB