martes, 10 de noviembre de 2009

Recordando a Jemima

Ayer hizo un año de la partida de Jemima Victoria Blanco. En su corta vida dejó una marca imborrable en mi corazón. Las luchas que juntos enfrentamos contra las adversidades me hicieron ver mi condición espiritual.

Su fuerza y entereza, "polenta" como decimos, hablaba más que palabras audibles como ejemplo para los que tenemos todas las facultades en buen funcionamiento y podemos usar bien todos los sentidos que Dios nos dio.

Yo creo que ella dejó una marca, un testimonio en muchas personas de nuestra familia, de la Iglesia y del mundo. Los profesionales que la atendieron y nos ayudaron, los empleados de la farmacia de DASU, de Farmacias Patagónicas, entre otras personas.

Aquí es necesario expresar nuestro eterno agradecimiento a ellos que siempre buscaron la forma de ayudarnos, de hacernos las cosas menos difíciles, de conseguir el medicamento que se necesitaba, de simplificar algún trámite. Que preguntaban por los progresos (que los hubo) de Jemima o por su estado de salud. Que Dios los bendiga es nuestro deseo, que puedan conocer a Cristo en verdad, es nuestro máximo deseo.

Ayer estaba frío en Esquel, había viento. El día que tuvimos que enterrar a Jemi luego de la lluvia había salido un sol hermoso. Mucha gente, muchos hermanos en la fe, pastores, nos acompañaron en la despedida.

Pero ayer no sé cuántos se acordaron de Jemi. Nosotros sí. Con mi esposa fuimos a su tumba llevando un ramo de crisantemos, una de las flores que más dura presentable, cortada, en agua. No pudimos evitar llorar por su ausencia. Tuvimos un tiempo de oración allí donde agradecimos a Dios por habérnosla regalado por 5 años y un poquito más.

La extrañamos mucho. Ya nada es igual. Pero sabemos por la Palabra de Dios que Jemi está en su Presencia. Allí contra mucho de lo que algunos piensan ayudados por las caricaturas no inocentes, no hay gente sentada en nubes con caras de santulones tocando la lira.

En el Cielo hay una gran actividad. Allí se alaba y se adora a Dios. Su presencia todo lo llena e ilumina. La hermosura y la paz, el gozo que hay en el Cielo no se pueden explicar con palabras. Las personas que como Jemi aquí tenían "limitaciones" allí están con cuerpos perfectos, con cuerpos glorificados, sin ninguna limitación o defecto.

Me la imagino si es que puedo, alabando a Dios, adorándole, levantando sus manitos cuando éste la alza a upa, caminando con otros niños por esas calles de oro, disfrutando de la Plenitud de Aquel que es todo y que todo lo llena. Con el Amor y la Presencia de Dios atravesando cada una de sus células.

Entonces es para nosotros un consuelo y esa fortaleza nos ayuda a seguir y saber que un día no muy lejano nos encontraremos en la Patria celestial.

EB